Nina tiene algo más de un año, nos la encontramos en unos días de vacaciones, en la carretera, apareció de la nada, era tan bebé que no hubo duda de que se venía con nosotros.
Hacía un tiempo que había perdido a Coco, y me negué al principio como tantos de nosotros a abrir el corazón de nuevo a otro animalito, dolía demasiado la perdida de Coco, pero ella llegó y se adueñó de los corazones y de la casa, y me enseñó a seguir confiando en la sabiduría de la vida, y en su instinto animal que hace que ella se suba a la barandilla de un tercer piso y campe por ahí a sus anchas.
Son nuestros compañeros de vida en forma de animales de compañía los que nos ayudan a atravesar duelos de otras personas o algún otro tipo de perdida, están ahí para nosotros en esos momentos en los que no estamos para nadie, en esos momentos que no nos gusta salir en la foto, esos momentos que son íntimos y a veces muy dolorosos.
Pero, ¿qué pasa cuando se van ellos?
¡Qué dolor!¡Y qué soledad!¡Qué falta de esos espacios llenos de compañía!¡Qué falta de contacto, y de entendimiento hacia nosotros! Cómo los añoramos…
Cuánta vida nos dan y que importantes en las familias que conviven con ellos, y la importancia de que los niños aprendan a compartir con hermanos de cuatro patas, que aprendan de juegos y espacios comunes, que aprendan a compartir y respetar, que aprendan de diferencias y no juicios, y vida en común.
Nuestros compañeros animales ocupan su lugar en nuestra vida y además ocupan el lugar simbólico que les asignamos, y así pueden ocupar el lugar de un hijo o una hija, de una pareja, de un amigo, en definitiva, un lugar que para nosotros es importante.
Por eso cuando los perdemos, perdemos mucho más que su compañía, perdemos también ese lugar simbólico que les hemos asignado, es importante saber qué hemos puesto simbólicamente en ese ser, para cuando nos vivamos en medio del duelo y estemos emocionalmente abrumados, podamos entender que el llanto o la tristeza o el enfado, obedecen a la perdida física y también a la pérdida simbólica, y que podemos atravesar todo el proceso, y que, si necesitas recolocar todo eso, puedes pedirme acompañamiento.
Un saludo y hasta el próximo post.
Qué texto tan bonito y cuánta verdad. También creo que en la sociedad en la que vivimos no está «bien visto» o algunas personas no entienden que pueda haber un duelo por un «simple animal» y cuándo eso pasa, a veces es difícil encontrar a alguien con quién compartir ése duele. Qué suerte que haya profesionales como tú que atienden también este tipo de duelos!!💜
Gracias Yolanda por tu comentario!
que importante darles su lugar como acompañantes de nuestro camino de vida, un abrazo!
La huella y el hueco que pueden dejarnos seguramente tiene que ver con ese lugar simbólico que comentas, y también es que su «compañía» es diferente a otros vínculos: pueden tener su carácter –en especial los gatos, son muy suyos…– pero nunca nos juzgan ni dicen lo que tenemos o no que hacer, nos ayudan a vivir en el presente (como muestra el libro ese de E. Tolle titulado «Los guardianes del ser») y con un cariño especial.
Hace unos días despedimos a Nuez, que durante 8 años fue una más de la familia, y echo mucho de menos esos ratos con ella, de exclusividad. Soy la que más madruga en casa y hasta el final que ya estaba muy débil y no podía, siempre venía a mi regazo mientras empezaba el día con la infusión y meditando, escribiendo, lo que fuera. Mi «momento para mi» era con ella, y aunque tenemos otros animales, es insustituible el vínculo que se crea y normal la tristeza de la pérdida.
También, como cosa curiosa: durante tooooda la formación de TRE (que en mi caso fue online) ella me acompañó en las sesiones, no se perdió ni un módulo ni una clase y salía en pantalla siempre mientras yo vibraba :p En fin, ya sabemos que con los mamíferos compartimos esa co-regulación y que las mascotas, nos ayudan de maneras que racionalmente no alcanzamos a comprender, por lo menos quienes no nos dedicamos a la Terapia asistida con animales (caballos, perros, etc.).
Gracias por compartir tu experiencia Carmen, un abrazo enorme.
Gracias Edurne!
precioso lo que cuentas y como se adueñan de nuestros espacios y de nuestros corazones, y esa corregulación que compartimos con ellos y es tan maravillosa, gracias otra vez por tu escrito, un abrazo!