Cuando hay un nacimiento, un proyecto nuevo, un viaje importante, queremos que nuestros seres queridos estén para celebrar ese alumbramiento, apoyar ese proyecto, irnos a buscar a la llegada del viaje, en definitiva  compartimos y celebramos los logros del camino.

Cuando hay dolor, hay una tendencia importante a guardarlo y “no pasa nada”; eso no es cierto, porque el dolor guardado y no procesado se pudre dentro, como una herida mal curada que se cierra con la porquería dentro, y en algún otro momento el dolor enquistado, nos hace daño. Por eso sé que todo el mundo debería dejarse acompañar en sus cambios dolorosos, al menos una vez en la vida.

Esto es lo que tengo por seguro, los cambios dolorosos en la vida, acompañados, son menos pesados, el ir acompañados sana las heridas desde dentro, procesando la herida, aunque quede la cicatriz, esta ya no duele, podemos tener un recuerdo tranquilo y amoroso hacia ese acontecimiento de nuestra vida.

Me llamo Carmen Torrella Juidias y he vivido duelos desde antes de lo que puedo recordar, cambios que le han aportado a mi vida experiencia, color, y a veces sufrimiento, he aprendido a manejar eso y a ponerlo al servicio de la ayuda que ofrezco.

 Soy una persona muy sensible al dolor ajeno y a las injusticias.

 Creo en la unidad cuerpo-mente, la presencia, el cuidado, la cercanía y el respeto.